Al parecer sólo me quedan dos días en la casa de mi adolescencia y todavía sigo peleando con mi madre por pequeños detalles existenciales como: llamar por teléfono, aparecer a ciertas horas y pintar el cuarto propio (si es que se tiene alguno) de cierto color.
Haber dado la vuelta al mundo
Comprar sólo pan para comer bajo los puentes
y casi perder la razón no cambiarán nunca el amor que se siente cuando mi madre me prohibe algo.
Wednesday, June 06, 2007
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